Nada de lo que existe es despreciable; el macrocosmos tiene como principio las ínfimas partículas de energía. En todo hay coordinación, poder y belleza. La bacteria más pequeña resume abismos de misterio que dejan suspenso el pensamiento con la técnica, vinculado y desencadenan la fantasía. Para admirar el manto celeste es impropio hundirse en las profundidades de un pozo y mejor se procuran las alturas, así para descubrir el valer de un semejante, no sólo has de calificarle por lo que de penumbras tiene, pues él es más que la bacteria y también lo alumbra el sol, y la tierra lo alimenta.
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